Cuando un legítimo Guerrero de Dios duda de su misión

Legítimo Guerrero de Dios

Cuando una persona se hace conciente del verdadero significado de su real nombramiento por Dios Único y Verdadero, el aceptarlo cabalmente para muchos no es una tarea sencilla.

Una vez que ha pasado la sensación inicial de saberse privilegiado por dicho nombramiento, se comienza a reflexionar sobre este hecho que una persona ha vivido cómo una realidad incuestionable por su conciencia, es entonces que los combates espirituales comienzan.

Cómo es de suponerse,  la edad, la experiencia, la personalidad, la situación económica, la cultura, la profesionalidad, son factores de primer orden en el momento de comportarse cómo un legítimo Guerrero de Dios.

Actualmente se ha adoptado el concepto de guerrero, yo lo distinguiría cómo «guerrero de la vida» y se lo asignan a aquellas personas que luchan por conseguir realizar sus objetivos, proyectos o que luchan heroicamente para salir de situaciones o circunstancias difíciles que se les presentan. La diferencia radical entre conceptos es muy clara, el guerrero de la vida ha sido nombrado por él mismo o por personas que conocen sus batallas para salir adelante, mientras que un legítimo Guerrero de Dios ha sido nombrado por Dios mismo en un encuentro espiritual, para ser conciente de su deber para enfrentar en combate espiritual a sus enemigos espirituales, sin el uso de elementos enajenantes, sin sustancias y sin intenciones religiosas o sectarias.

Generalmente al presentarse los primeros combates y debido sobre todo a la poca experiencia y entrenamiento con que cuenta el nuevo Guerrero de Dios, es derrotado, por lo que las dudas comienzan a aparecer y el enemigo las comienza a utilizar a su favor.

Cada vez que pierde un desigual combate espiritual, al legítimo Guerrero de Dios se le ha entrenado para que primero comprenda que debe reflexionar sobre dicha derrota y una vez que tiene comprendido que fue lo que pasó, deba solicitar la experiencia necesaria a otro legítimo Guerrero de Dios más experimentado con la intención de obtener la victoria en el siguiente combate espiritual con las mismas características.

El novato Guerrero de Dios, siente entonces una «doble derrota» ya que en el momento de reflexionar sobre lo ocurrido y establecer el contacto necesario con un Guerrero de Dios con mayor experiencia para solicitar su colaboración, el ego se interpone haciendo muy difícil y casi imposible continuar con la misión. Lo común en este momento es que el reciente Guerrero de Dios tenga tremendas dudas si será capaz de continuar con un tipo de vida con estas características. Del tipo de ataques que emprendan sus enemigos espirituales, dependerá entonces que continúe o que abandone posiblemente para siempre su imprescindible entrenamiento para poder ser un legítimo Guerrero de Dios.

Dicho legítimo Guerrero de Dios a continuación será derrotado una o más ocasiones, las veces que sea necesario para que tome con compromiso su vital entrenamiento si así lo ha decidido. Una vez que haga esto, y utilice la experiencia que un Guerrero de Dios que ya haya vencido este tipo de combate le proporcione, aprenderá la lección y al siguiente ataque de la misma naturaleza, sin duda alguna obtendrá la victoria para la más grande Gloria de Dios.

Dios no prueba a sus Guerreros, es el propio Guerrero nombrado directamente por Dios el que tiene que comprender que este tipo de vida requiere de un constante y comprometido entrenamiento que permitirá siempre la victoria sobre sus enemigos espirituales personales. Siendo concreto, es un estilo de vida con sentido común, es decir, un legítimo Guerrero de Dios perderá continuamente sus combates por no permitir ser guiado.

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